DOCUMENTOS SOBRE EL ARTE DE TEJER


MANTAS MUISCAS


EMILIA CORTES MORENO


El tejido precolombino colombiano tuvo uno de sus grandes centros de desarrollo en el altiplano oriental, entre los Guanes de Santander y los Muiscas de Cundinamarca y Boyacá. El medio ambiente y la geografía de estas regiones han favorecido la preservación de los textiles y se han hecho varios hallazgos documentados dentro de cuevas secas, principalmente en la región de la Mesa de los Santos. Los textiles Muiscas desafortunadamente son más escasos y en su mayoría han llegado hasta nuestros museos sin documentación respecto a su hallazgo; algunos vienen de cuevas en los páramos y tal vez de santuarios según relatos de cronistas y datos de archivo; según esas fuentes, las mantas Muiscas eran de tres clases:







Textil Muisca decorado con pintura directa en la parte central y pintura de reserva en los diseños circulares. T.M. 17, Museo del Oro - Boyacá






  • Mantas "de la marca". Utilizadas por personas de alto rango, eran cuadradas, medían "dos varas y sesma (1/6)". Bien tejidas, con algodón hilado muy fino, podían ser pintadas, blancas, coloradas (Pachacate) y negras; estas últimas posiblemente las vistieron los sacerdotes.
  • Mantas buenas, similares a las "de la marca", según se deduce de los documentos que las mencionan.
  • Mantas chingamanales, llamadas también chinas o comunes, eran más pequeñas y utilizadas por los indios comunes; la elaboración de la fibra era descuidada pues el hilo estaba mal torcido y la técnica de manufactura o tejido no era la mejor.
Los tejidos Muiscas ocupan un lugar importante entre los textiles precolombinos colombianos y, sus mantas pintadas, un lugar único y relevante entre los de la región andina.

Los Muiscas emplearon para tejer fibras vegetales como el algodón y el fique o henequén el primero lo usaron principalmente para la fabricación de mantas y el segundo para cuerdas y mochilas. En el proceso del hilado para la elaboración de la fibra, utilizaron husos cuyos volantes eran de piedra, generalmente oscura, con diseños incisos geométricos o zoomorfos (Silva, 19) con los que produjeron hilos muy finos, resistentes y de excelente calidad. A lo largo de todos los Andes Suramericanos, desde la época precolombina se han hilado fibras blandas y suaves como el algodón y la lana de camélido americano(1) con la ayuda de volantes de huso de formas similares; esta tradición aún permanece en las comunidades indígenas y campesinas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.

Los Muiscas  al igual que los otros pueblos de la región andina, desarrollaron la tintorería, y, para darle color a sus mantas, usaron colorantes y pigmentos naturales de origen vegetal y mineral con los cuales obtuvieron una gama variada de colores. Los más comunes en las mantas pintadas encontradas hasta el momento son: el marrón oscuro probablemente obtenido de sangre de animales y gamón (dianella rubia) más lejía; varios tonos de verde logrados posiblemente con hojas de chilco o chilca (Baccharis Latifolia R. etc. P. Pers.) con bejuco, yemas de árbol de caraote (Caraota Phaseolus vulgaris Var.) o con la mezcla de distintos tonos de azul con amarillo, el primero extraído de las flores de curubo y papa (Passiflora sp. y Solanum andigenum), ramas de ubilla (cestrum tintorium) más mordientes(2); pepas de agua cate (Persea americana Var. drimifolia Cham. etc. Schlecht, Blake), Añil (Indigofera suffruticosa Mill.), frutas maduras de jagua o jigua llamado virolín en Santander del Sur (Familia de las rubiaceas, género de Genipa americana L.), frutas de sabuco(3) y tierra azul de Siachoque; el amarillo conseguido con la raíz de lengua de vaca (Rumex obtusifolia), el espino llamado moral (rubus sp.), fruta del achiote o semilla de la bija (Bixa orellana L.), tierra amarilla de Soracá, hojas de morcate(3), raíces del azafrán (Escoberia grandiflora L. F. Kuntze), flores y frutas de gramole(2) y moral revuelto con tierra (Rubus sp.). El rojo también se encuentra pero es muy poco; este lo obtuvieron tal vez del cactus espinoso o tunas (opuntia bonblandii H. B. K. Webb) infectado con grana y cochinilla (Pseudoccoccus sp.), hojas de bija chica (Arrabidaea chica, Bignoniacea), cáscaras de enano(3), hojas de punta de lanza (visminia sp.), frutas de gamón o cucla(3) (dianella dubia), frutas de caraote (Caraota Phaseolus vulgaris var.), barbas de piedra -líquenes como (Usnea, Cladonia, sp. Parmelia sp.) y óxidos de tierra roja de Suta (Boyacá). Los colores debían ser fijados con tanino(4) o lejía(5) y productos mordientes(2) que podían ser el guarapo de aguacate, pequeñas cantidades de cal apagada, dividivi (Caesalpina spinoza (Molina) Kuntze), naranja agria (Citrus aurantium L.) penca Sabila (Aloevera L. "Sábila"), barro cocido, corteza de aliso (Alnus Jorullensis var. Ferruginea (H. B. K.) Kuntze) orines, lejías de ciertas maderas muy ricas en tanino mezcladas con yerbabuena (menta popirita var. Crispa L.). Sumergían las telas en barro, fermentándolas para obtener un negro muy acentuado, y mezclaban colores para lograr gradaciones especia les, cuentan los cronistas según datos de varios historiadores. (Triana, 1922: págs. 115-116. Carvajal, 1940 págs. 3 18-325. Duque Gómez, 1967: págs. 595-598 y Acevedo, 1971: pág. 17).






Manta Muisca "de la marca" pintada, en la cual los hilos de urdimbre tinturados de marrón oscuro limitan el espacio de pintura de la tela. Detalle - T.M. 18, Museo del Oro, Bogotá







En las mantas, introdujeron hilos de urdimbre tinturados generalmente de color marrón oscuro formando rayas angostas las cuales en algunos casos limitaban el espacio donde se pintaba la tela

Hasta el momento no existe el hallazgo arqueológico de un telar Muisca y no se conoce ninguna cita de cronista al respecto. Una de las pocas referencias, es el famoso mito Muisca de Bochica tan citado en las crónicas quien como dios civilizador llegó por el páramo de Chingaza montado en un extraño animal; venía a enseñar la moral, las ciencias y las artes; les enseñó a hilar algodón, a tejer mantas y les dejaba pintados los telares en las piedras para que no olvidaran lo que les había enseñado.

NOTAS

1 Llama, alpaca, vicuña o guanaco


2 Mordientes: son sustancias que fijan, reaccionan do con ciertos colorantes para formar compuestos insolubles sobre las fibras haciendo que el tinte sea más firme y permanente. Los mordientes son un metal en solución, o sea sales de aluminio (Al), cromo (Cr), cobre (Cu), hierro (Fe) y estaño (Sn).


3 Como los nombres vulgares de nuestras plan tas varían tanto de una región a otra y además no solamente se refieren a una sola especie sino que a veces comprenden varias, no pocas de esta lista se hace imposible hacer referencia a un nombre científico.


4 Tanino: Sustancia vegetal astringente que sirve de colorante y fijador al mismo tiempo, tintura colores oscuros.


5 Lejía: Es un agua alcalina para lavar donde se han disuelto una o varias sales, se obtiene cociendo cenizas.


TOMADO DE: Biblioteca virtual, Biblioteca Luis Ángel Arango, 
Boletín Museo del Oro. No. 27 de 1990


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TEJIDO PRECOLOMBINO, INICIO DE LA ACTIVIDAD FEMENINA

GLADYS TAVERA DE TÉLLEZ 
Profesora e investigadora, Programa de Textiles Universidad de los Andes, Colombia

El universo textil andino


En el territorio que hoy se llama América, a la llegada de los españoles, no existían las fronteras políticas que hoy conocemos. Los pueblos precolombinos estuvieron estrechamente unidos entre sí en el tiempo y en la tradición cultural, y las migraciones indígenas dejaron una profunda huella en la evolución de los pueblos. Al mismo tiempo, el aprovechamiento de la pródiga naturaleza, se tradujo en una avanzada agricultura y en el uso de importantes recursos naturales al servicio de una organización política y social que llegarían a convertirse en algunas ocasiones, en verdaderas formas estatales.


El tejido ha estado por milenios relacionado con la mujer, no obstante la historia muestra cómo en algunas sociedades machistas su trabajo ha sido opacado, disminuido. Sin embargo existe en Colombia una comunidad indígena cié matriarcado como la Wayuu en el departamento de la Guajira, donde la mujer es valorada por su habilidad y destreza en el tejido.


Recreación de Telar aborigen argentino

Los tejidos andinos poseen rasgos similares, que pueden ser entendidos por el intenso comercio que existió entre los diferentes grupos indígenas: entre ellos fue notorio el intercambio de tejidos e innovaciones técnicas. La importancia del tejido no solo se fundamentó en la necesidad de cubrir el cuerpo dando identidad a cada ser, sino para delimitar espacios como en techos, paredes, puertas y pisos, para envolver a los muertos, para denotar rango, como moneda, premio, tributo, ofrenda, dote matrimonial y como trueque.


EL TEJIDO DE DIVERSIDAD DE FIBRAS FUE FACTOR IMPORTANTE QUE MODIFICÓ LA EXISTENCIA DE LAS POBLACIONES, SIENDO UTILIZADAS PRIMERO LAS MÁS DURAS Y SIN PROCESAR PARA LA CESTERÍA.



A diferencia de países como Perú, Bolivia y Ecuador, en Colombia, han sido pocos los hallazgos de tejidos precolombinos. En estos países no sólo se conocen estudios de los significados implícitos en los tejidos, sino de los conocimientos elaboradísimos que los integran, como son las técnicas que suponen su manufactura y en segundo plano, los contenidos culturales específicos que expresan sus simbolismos y por último, su refinada concepción estética.


Sin embargo, al hacer un estudio de nuestra arqueología textil, no podemos dejar de lado los importantes aportes de historiadores, artistas y antropólogos, lo que ha permitido reevaluar el arte precolombino en sus diferentes manifestaciones: orfebrería, alfarería, cerámica, estatuaria, escultura, pictografía, impresión en telas y tejido estructurado en diversidad de fibras, en la mayoría de los casos con alto grado de valor estético.


Bondades de la naturaleza


Imagen de la Comisión Corográfica 1850 - 1859

Colombia está considerada, en el ámbito mundial, como un país muy rico en recursos naturales, aunque su flora ha sido mejor aprovechada por los aborígenes quienes en todos los tiempos, han sido los autores de la domesticación de las plantas. El tejido de diversidad de fibras fue factor importante que modificó la existencia de las poblaciones, siendo utilizadas primero las más duras y sin procesar para la cestería. Más tarde, el tejido consiguió su refinamiento con fibras hiladas con el algodón, el fique y otras de tallo u hoja. En una etapa posterior llegaron a jugar un papel importante las fibras animales como la alpaca y otros camélidos donde se enriqueció el tejido con la mezcla de los colores naturales de la lana, cafés, habanos y amarillos.


Con las plantas tintóreas y la química intuitiva, se fué dando más color a las fibras, a la vez que se hizo más refinado complejo el tejido. Es en el antiguo Perú donde se encuentra mayor tecnología y eficiencia ligada la estética, mediante el decorado de cada pieza tejida individualmente con un fin y función específica.


Progresos del tejido


Urdimbre y trama, los dos elementos básicos que forman la tela, eran manejados hábilmente sosteniendo las fibras en un marco de madera formado básicamente por cuatro varas unidas en ángulo recto. Se utilizaba algunas veces en posición vertical apoyado en un muro, otras horizontal a nivel del piso y otras, oblicuo como el caso del telar de cintura. Estos telares ayudados por otros elementos igualmente simples, como varas separadoras, golpeadores, o varas de lisos, dieron como resultado la mayor gama de técnicas encontradas en los más antiguos pueblos tejedores en el mundo. Nuestros antepasados no tejieron metraje para confeccionar sino que cada pieza salía del telar, terminada en su totalidad; este factor fue característica general en todo el continente americano.


En las piezas tejidas, se encuentran diferencias no sólo en su forma, sino en su función y más tarde en su contenido expresivo y simbólico, por lo cual es posible analizar, mediante un profundo estudio de sus contenidos, las variantes de cada cultura.


Para la comprensión del universo del tejido, es posible establecer tres grupos diferentes: el primero compuesto por la vestimenta con el sombrero, las mantas, las ruanas, los anacos, los pantalones y las fajas. El segundo, por los enseres, como la hamaca, la cobija, la alfombra, las esteras, los canastos v las mochilas. Y por último, los aperos, las alforjas, y las gualdrapas e igualmente las redes de pescar.


La belleza de los textiles andinos fue valorada por los conquistadores, quienes admirando su calidad, enviaron muestras a la corte española como regalo de gran estimación.


LOS TEJIDOS ARQUEOLÓGICOS MÁS DESTACADOS HAN SIDO RECOPILADOS POR EL MUSEO DEL ORO, EL MUSEO NACIONAL DE BOGOTÁ, EL MUSEO CASA DE BOLÍVAR EN BUCARAMANGA Y POR COLECCIONISTAS PARTICULARES. 


Arqueología y tejido


En Colombia son diversas las regiones donde se han encontrado vestigios de tejidos. La principal zona textil del país se encuentra al sur de Nariño habitada por los Pastos; siguiendo hacia el norte, aparece la cultura Quimbaya en los departamentos del Viejo Caldas y sur de Antioquia; hacia el oriente, la zona Muisca y Guane que comprende los territorios de Cundinamarca, Boyacá y Santander. Por último, al norte, la zona Sinú en los departamentos de Córdoba y Sucre. Sin embargo, son relativamente pocos los textiles que han llegado a los museos o colecciones particulares. Como primer factor que ha impedido la conservación de tejidos en Colombia, ha sido la humedad del suelo, además, la mayoría han sido encontrados por guaqueros quienes, en principio han ignorado su verdadero valor.


Imagen de la Comisión Corográfica 1850 - 1859

La evidencia de estas zonas como pueblo de tejedores esta dada por los hallazgos de mantas y fragmentos de variados tejidos hechos en telar, a mano, o con aguja. I lanado encontrados en enterramientos junto con cerámica, alfarería v orfebrería y es allí mismo también, donde las técnicas foráneas en los últimos siglos han reemplazado las tradicionales de manera parcial o total.


Los tejidos arqueológicos más destacados han sido recopilados por el Museo del Oro, el Museo Nacional de Bogotá, II Museo Casa de Bolívar en Bucaramanga y por coleccionistas particulares. Algunos han sido enviados al Instituto de Antropología de Londres para su análisis. El montaje y posterior exhibición han sido encargados a expertos restauradores. Los estudios técnicos y estéticos, han sido realizados por antropólogos y expertas diseñadoras textiles.


En las zonas Muisca y Guane, debido a la sequedad del suelo, se han podido recuperar mantas, gorros, monteras, fajas o fragmentos de las mismas. Estos objetos han sido admirados por la compleja estructura de sus tejidos y por la habilidad de los pintores de mantas para utilizar pinturas espesas aplicadas con gran precisión.


La calidad de los hilos y de las piezas textiles encontrados en las regiones de Cundinamarca, Boyacá y Santander, evidencia que el algodón ocupó un lugar destacado en las sociedades precolombinas. Otra de las fibras importantes entre los tejidos muiscas y guane es el fique, planta originaria de América tropical, que ha estado siempre ligada con la vida campesina colombiana. Al contrario del algodón, el fique no estuvo relacionado al uso personal, pero sí a la elaboración de productos que todavía hoy perduran como cordelaría, aperos, y gran variedad de mochilas. Una tercera fibra utilizada fue el cabello humano, hilado para la manufactura de admirables gorros hechos con tejido de aguja.


En la zona del sur de Nariño, los tejidos fueron encontrados en enterramientos profundos y sus técnicas son bien distintas a las realizadas por los diferentes pueblos indígenas que habitaron Colombia. La mayoría de los textiles hallados en el altiplano nariñense proceden de la región de Miraflores y de El Cuntum, los cuales fueron encontrados al lado de objetos en cerámica y de gran cantidad de adornos en oro y tumbaga. Estos vestigios arqueológicos demuestran su alto grado de desarrollo y especialización.


Es posible pensar que los antepasados nariñenses tuvieron gran habilidad tanto para el tejido de telas como de objetos que sirvieron para la carga y almacenamiento de alimentos y otros enseres de uso cotidiano. En el mismo cementerio de Miraflores, por ejemplo, fue encontrado un fragmento de canasto en lámina de tumbaga dorada, tejido en diagonal asargado.


En cuanto a los colores, no presenta la textilería de Nariño gran gama, aunque sí una alta calidad y solidez de los colorantes, tal vez por el hábil uso de mordentados para fijar y desarrollar el color en la fibra.


Al observar las telas que posee el Museo del Oro cié Bogotá, es posible distinguir más de una técnica de gran complejidad aplicada en un misma pieza textil, lo cual no es frecuente en estas piezas del área andina. Después de analizar los tejidos se ha comprobado que las técnicas de urdimbre y trama discontinua llamada también técnica de andamio, fueron trabajadas en combinación con la tradicional técnica de tapicería, característica de cara de trama. Otra combinación interesante es la sarga o tejido diagonal con la tapicería.


De la zona arqueológica Sinú se conoce un bello e interesante fragmento de manta, aunque existe el interrogante sobre su origen, pues sus características son muy similares a las telas guane. Esto es posible dado el intenso comercio de mantas que existió en los pueblos andinos.


Respecto a los Quimbaya, los primeros cronistas españoles relatan sus destrezas en el tejido sin encontrarse hasta el momento más evidencia que los torteros o volantes de huso preservados por la calidad de sus materiales como piedra y cerámica.


Tradición textilera


Al comparar la tradición del tejido con la orfebrería, podemos comprobar que ésta última desapareció a la llegada de los españoles. La actividad textil, en cambio ha perdurado hasta nuestros días. En la actualidad, algunos de los artesanos aún conservan técnicas utilizadas por sus antepasados precolombinos.


Durante la Conquista, los españoles encontraron que a lo largo de los Andes, los indígenas se dedicaban a la agricultura y sus mujeres al hilado del algodón y de la cabuya. "Hilan las indias no solamente en sus casas, sino también cuando andan afuera de ellas, ora estén paradas, ora vayan andando, que como no lleven las manos ocupadas, no les es impedimento el andar para que dejen de ir hilando, como van las que encontramos por las calles".[1]

Con los españoles llegaron las ovejas y con ellas la lana, de gran utilidad, especialmente en las regiones altas y frías. El algodón fue poco a poco desplazado por la lana. El telar horizontal traído por los españoles fue asimilado por las tejedoras de mantas, pero utilizando en el telar más mano de obra masculina, lo cual agilizó el tejido, quedando para la mujer la hechura de sombreros, mochilas, cestos y esteras, o para dar el terminado a piezas más pequeñas, como ruanas, chalinas, pañolones, fajas y cobijas.


El siglo XVII y mitad del XVIII constituyeron épocas de oro de los artesanos en la Nueva Granada, al darse a conocer los obrajes, talleres donde maestros por lo general españoles, formaron grupos de aprendices y ayudantes. Sin embargo, con la apertura económica y la llegada de productos europeos manufacturados, el estancamiento de nuestra industria fue notorio.


En 1820 se establecieron varias pequeñas industrias, entre otras, la de lienzos de algodón y sombreros de fieltro, que luego de la guerra civil de 1840 - 41, perdieron impulso. A finales del siglo XIX, hubo un gran movimiento que tendió a tecnificar el arte textil, sacándolo del nivel doméstico y rural; de allí nació la poderosa industria textilera que hoy caracteriza a la nación en el panorama económico latinoamericano.


AL COMPARAR LA TRADICIÓN DEL TEJIDO CON LA ORFEBRERÍA, PODEMOS COMPROBAR QUE ÉSTA ÚLTIMA DESAPARECIÓ A LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES. LA ACTIVIDAD TEXTIL, EN CAMBIO HA PERDURADO HASTA NUESTROS DÍAS. 



La mujer y el oficio textil


A partir de 1985, las entidades gubernamentales e instituciones de fomento hacen énfasis en la participación cada vez más activa de la mujer con la ejecución de proyectos ambientales y de desarrollo comunitario, concientización, organización, capacitación y participación de las familias campesinas y urbanas. El fomento de ganado ovino, el mejoramiento de las razas, conjuntamente con el procesamiento de la lana, traen beneficios en el reconocimiento de la mujer como ser productivo al interior de la unidad familiar. 


Tapiz decorativo de la Patagonia

En los proyectos de conservación como los de reforestación y agroindustriales, es cada vez más significativa la participación de la mujer, quien forma parte de los cuadros directivos y de gerencia de las organizaciones veredales.



Allí ella aprovecha las habilidades manuales ancestrales para fomentar las técnicas de hilado, procesamiento de la lana y la producción de tejidos a nivel artesanal o de mediana industria, donde la tecnología a pesar de ser relativamente simple, generalmente posee un alto grado de eficiencia y calidad. 


EL SIGLO XVII Y MITAD DEL XVIII CONSTITUYERON ÉPOCAS DE ORO DE LOS ARTESANOS EN LA NUEVA GRANADA 


Un claro ejemplo de este proceso de cambio social es aquel que a partir de 1988, como parte del Proyecto de Sustitución del Cultivo de Coca en el Sur del Departamento del Cauca, se inició con el trabajo conjunto entre la Organización de Naciones Unidas, Artesanías de Colombia y otras entidades, buscando plantear alternativas de trabajo y crear fuentes de ingreso para los habitantes de la zona, afectados por las condiciones económicas, sociales y culturales dominantes.


Cundinamarca, Boyacá y Santander, el sur del Cauca y el norte de Nariño, son departamentos donde se observa que el tejido artesanal continúa en pueblos con una profunda tradición ancestral y donde se conserva el proceso textil en manos de las mujeres, pasando de generación en generación. En las últimas décadas se hace un nuevo planteamiento del tejido, ya no sólo para la utilización familiar sino como fuente de ingreso extra. Las mujeres expertas enseñan a las novatas, que luego son asesoradas por un equipo de diseñadoras textiles conscientes del valor y calidad de estos tejidos y en continuo diálogo artesano diseñador, elaboran propuestas de productos desarrollados que se ajustan más a las exigencias del mundo contemporáneo. 


El proyecto se desarrolla mediante el rescate de procesos tecnológicos en peligro de extinción, organización de la comunidad y al mismo tiempo, la reactivación del uso de fibras naturales como el algodón, la lana y el fique.


El oficio del tejido se encuentra arraigado en la vida nacional colombiana. En las sociedades campesinas e indígenas perdura esta actividad para suplir necesidades domésticas y en la actividad artesanal, como aporte económico. Los departamentos de Nariño y Boyacá se han constituido en regiones donde permanecen las formas autóctonas del tejido como elemento de su economía y expresión cultural más arraigada.


Artesanías de Colombia, organismo del Estado responsable de la tarea de fomento y desarrollo, ha liderado un proceso encaminado a fortalecer la unidad productiva artesanal, indígena, rural y urbana. Entre sus acciones otorga anualmente la Medalla de la Maestría Artesanal a maestros artífices destacados por la laboriosidad y creatividad y por su reconocida trayectoria


Después de un balance del último evento, Medalla de la Maestría Artesanal, realizado desde 1978, se ha visto destacada la labor femenina con mayor énfasis en el arte del tejido y la cestería. Encarnación Cala, tejedora de lienzo de la tierra en Charalá, Santander, fue ganadora de una medalla en 1992. Encarnación es quizás una de las últimas herederas de esta tradición que se desarrolló en Charalá en el siglo XVIII y se conserva hasta hoy. Su madre fue su primera maestra "aprendí echando a pique...pero uno agradece que le hubieran enseñado a ser mujer" afirmó la artesana, cuando viajó a Bogotá para recibir la medalla.


La asimilación del cambio


En el altiplano cundiboyacense los españoles introdujeron la lana de oveja y el telar de pedales, permitiendo conservar hasta el presente, características de los tejidos precolombinos. Hoy todavía perdura el sistema de hacer el hilo; en algunas regiones las mujeres van por el camino llevando el oficio. La rueca de pedal europea fue introducida al país hace pocos años y en algunos casos no ha sido aceptada porque para ser utilizada es necesario estar sentado, en cambio el palo de huso puede llevarse fácilmente de un lado a otro como cuando cuidan del rebaño.


En San Jacinto y Morroa, el tejido de hamacas como herencia textil del Sinú, mantiene las características descritas por los cronistas en cuanto a técnica, no así en sus materiales pues compran en el comercio hilazas industriales de vistosos colores. En la Guajira, sé mezclan las actividades ancestrales con las enseñanzas de técnicas foráneas, con asimilación admirable del color. La mujer siempre tiene un oficio entre las manos, saber tejer es la herencia que dejan las madres a sus hijas


Los logros ancestrales están tan fuertemente arraigados en nuestro país que el oficio del tejido es llevado como una necesidad, una costumbre y una manera de ocupar el tiempo. Es lo cotidiano, una labor que no puede detenerse, es una ayuda que facilita ganarse el sustento.


Estas razones son suficientes para la rehabilitación de zonas campesinas y urbanas, y hacer conocer las tradiciones trabajando por adquirir cada día más información de nuestro pasado y profundizar en sus valores tanto artísticos como técnicos. 


NOTAS

[1] Cobo, Bernardo. Historia del Nuevo Mundo, 1653. Madrid, Atlas, 1956. Cap. XI, pág. 258

BIBLIOGRAFÍA

Cárdale De Schrimpff, Marianne. "Textiles Arqueológicos de Nariño", Revista Colombiana de Antropología. Bogotá, Vol. XXU977-1978.

Chávez Mendoza, Alvaro. Guangas y Zingas. Bogotá, Artesanías de Colombia, 1991.

Stierlin, Henry. Nazca, La solución de un enigma arqueológico. Barcelona, Planeta, 1985.

Solano, Pablo. Artesanía Boyacense. Bogotá, Artesanías de Colombia, 1974.

Tavera de Téllez,Gladys, y Urbina Caicedo, Carmen. Textiles de las Culturas Muisca y Guane. Bogotá, Textiles y Artes Plásticas, Universidad de los Andes. 1991.